Los tiempos están cambiando
Los cambios
son necesarios en la vida. En la historia, en la política, en el arte.
Maquiavelo decía que estos procesos tardan hasta siglos en suceder, pero que al
fin y al cabo lo harán, porque son necesarios. Lo son porque no se puede quedar
uno estancado toda la vida, porque es necesario para poder avanzar. O mas simple aun: si ya sucedió, y paso de esa manera, volverá a pasar, y si ya pasó en alguna parte, sucederá en otra. En
cualquier cosa: cambio de dirigentes, búsqueda de independencia, de cosas que
te acompañan. Como les dije pueden tardar decenios, siglos, pero van a suceder.
En la NFL
los cambios no son tan tardados, pero a final de cuentas, suceden. En algunas
organizaciones es más tardado que en otras. Miami por ejemplo se tardó 25 años
en hacer un verdadero cambio al tener que buscar a alguien que no fuera Don
Shula para dirigir el equipo. Y aun así hubo más cambios entre esos años:
primero con un equipo comandado por Bob Griese y después por Dan Marino. Cuando
el proyecto no dio para más llegó la re estructuración obligada. Otros equipos
han intentado llevar ese mismo modelo. Los Cowboys con Tom Landry son un ejemplo,
pero no fueron tan consistentes. Los Steelers son un ejemplo de una franquicia
que se niega a hacer estos cambios de generación a menos que sean estrictamente
necesarios. Hoy en día hay cuatro casos que ya han durado muchísimo tiempo:
Sean Payton con los Saints, Marvin Lewis con los Bengals, John Harbaugh con los
Ravens y Bill Belichick con los Patriots.
El primero
es un caso interesante. Hasta el año pasado parecía ser que Payton no aguantaba
más en su puesto. Llegó en el año 2006 y de inmediato hizo un gran cambio en
los Saints, junto a Drew Brees guió al equipo a una final de campeonato que
perdieron frente a los Bears. Después pasó dos años formando un bloque lo
suficientemente competitivo que terminó ganando un anillo en el 2009 con un
equipazo que lanzaba, corría y defendía lo suficiente. Los próximos tres años
mantuvo al equipo en gran forma y siempre perdió en playoffs, pero la verdad es
que los Saints eran una máquina que rozaba lo imparable al ataque, pero nunca a
la defensa. La defensa era la eterna incógnita del equipo. Nunca terminaba de
carburar bajo ningún coordinador. Cambiaban dirigentes, jugadores pero siempre
era lo mismo. Después tres años consecutivos de 7-9 y el despido se veía en el
horizonte. Era momento de dejar ir al hombre que le entregó el primer anillo y
que puso a una franquicia perdedora por antonomasia en el mapa de nuevo. Se
ponía en tela el futuro de Drew Brees, de los jugadores defensivos que habían
contratado, del grupo de receptores que estaban formando, todo. Hasta pusieron
en venta a Brandin Cooks. Y entonces, todo cambió, llegaron unos cuantos
novatos: Marshone Lattimore se erigió en la defensa como el jugador que se
esperaba en su selección y se ha vuelto de repente un shutdown corner que no ha
permitido mucho desde sus primeros minutos. Y en el ataque Alvin Kamara corre,
recibe y protege sorprendiendo todos los fines de semana, dándole la
estabilidad que necesita el equipo, añadiéndole ese temor impactante de equipos
que hacen daño de todas formas y maneras. Y entonces todo ha funcionado: a la
defensa de repente Cameron Jordan es un come cabezas, Okafor ya es el de antes
y Vaccaro no falla mucho. Y al ataque el cuerpo de receptores aún sin Brandin
Cooks es terrorífico, Brees no lanza tanto y la línea es mejor. 32 acarreos y
27 pases en su victoria contra los Bucs nos dice todo: los Saints van en serio.
Y han vuelto a ser un equipo serio, duro, rocoso, que gana en las trincheras y
que martillea a sus rivales hasta dejarlos sin aliento.
Los Saints
dan mucho miedo, y con estas renovaciones tal vez Sean Payton ha aprendido a
trabajar de verdad. Aunado al echo que están en una división donde los Panthers y
los Falcons son una montaña rusa que ni ellos se entienden, los Buccaneers ya
volvieron a ser ese equipo feo que parece no querer nada atados a un QB que no
termina de madurar.
De Marvin
Lewis y Belichick ni hablemos, he dicho lo suficiente y no hay mucho que
agregar.
Pero el
caso de Harbuagh es interesante, peliagudo como dicen los españoles. Cada vez
que parecen los Ravens que van a fracasar, que van directito al fondo de la
división y que parecen ser un equipo sin ton ni son sucede algo que nos hace
decir “tonto de mí”, y es que nos olvidamos que John Harbaugh es el dirigente
de esta organización. Lo he dicho varias veces y lo sostengo: un verdadero HC
debe conocer el reglamento, tener la cabeza fría y los huevos bien puestos para
tomar decisiones. Harbaugh tiene de todo eso. Entrena bien a sus chicos, se
aprovecha hasta el máximo del reglamento y no tiene miedo a mandar jugadas. Sin
embargo la cuestión está en que es momento de que se siente, se necesita un
cambio, ya es demasiado el tiempo en que se ha aguantado a una ofensiva que
desde la salida de Ray Rice no termina de carburar, una defensiva que sigue
viviendo de las glorias de Terrell Suggs pero que así como da partidazos, se
rompe. Y aun así, como les repito, sigue encontrando manera de reponerse de
tantos problemas y seguir siendo competitivos. Hay, sin embargo como yo lo veo,
dos opciones: uno, o bien despiden a Harbaugh, termine o no con récord
positivo, por que como les repito, el cambio es necesario, o bien el mismo
Harbaugh debe reinventarse, dejar de tener a Flacco en la mira como su hombre
de confianza y darse cuenta que es necesario un nuevo proyecto, porque de lo
contrario irán viendo temporadas de 8-8 encadenadas hasta que, al igual que
Brian Billick, lo poco que tienen de donde re construir será desaprovechado y a
otra cosa mariposa.
Este post
no debería acabarse aquí puesto hay otra cosa de las que les quiero hablar: el
re inicio del ciclo. Aristóteles dijo también que la historia y las sociedades
existían como un ciclo sin fin, pues a la NFL le sucede lo mismo, lentamente,
con el ataque terrestre. Sin embargo es tema para otro día.
Correo: franciscolozano1321@hotmail.com / Twitter: @clarkmorales
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