No tengo idea de como titular esta entrada

Los Philadelphia Eagles ostentan una marca de 10-1 siendo el mejor de la NFL y los Chicago Bears uno de 3-8 siendo el peor de la NFC Norte y uno de los peores de la liga. Vi el partido, enterito. Los 31 puntos que le endosaron los Eagles a los Bears y las 3 míseras unidades de parte del segundo equipo.



Vi una diferencia enorme: un QB por un lado, Carson Wentz, deshaciendo la defensa contraria, costura por costura, con pases hermosos, exactos y con toque bellísimo, con paciencia, con prudencia y presencia en el pocket, con la magia de los grandes para salir rolando y aun en pleno movimiento y con un defensa encima encontrar y poner un pase perfecto a su receptor y que este entre a la zona de anotación. Con una sonrisa de aquellas que relaja a toda una afición. Su porcentaje de transformación en terceras oportunidades es de miedo: 74 por ciento según observé la última estadística. Y corre y lo hace muy bien, no es como Vick que buscaba cualquier hoyo para salir de ahí, no, aprovecha sus piernas solo cuando debe hacerlo y cuando lo hace da latigazos de 10 - 15 yardas; es de temerse. 25 pases de anotación y cinco intercepciones. Pero además de los números, la seguridad es la de un tipo que está para grandes cosas. Lo temible de este equipo es que no solo corre, también lanza. Wentz intentó 36 pases, pero corrieron en 33 ocasiones para 176 yardas. Un backfield lleno de jugadores que hacen lo que quieren cuando quieren: Legarrette Blount que golpea como tren, Jay Ayaji que rompe con jugadas específicas, Wentz que arranca a correr cuando lo necesita y Smallwood cuando está sano encuentra espacios. A todo esto hay que adornarle un grupo de receptores que no es solamente acumular nombres esperando a que hagan algo, (como el caso de Raiders), fue más bien un trabajo de scouteo donde identificaron los problemas de Wentz y le pusieron lo justo: Jeffrey que hace de todo, Smith que toma tres o cuatro pelotas en el partido a lo profundo, cuando se le necesita. Nelson Agholor salió de la nada, sin la presión de ser el número uno atrapa muchas cosas. Y en los TE sucede cualquier cosa: Brent Celek, Troy Burton y Zach Ertz conforman un trío que no deja a nadie vivo. Una ofensiva temible, de lo mejor que he visto en mi vida. Y a la defensa todo embona: Viny Curry, Fletcher Cox, Malcolm Jenkins… los Eagles tienen una de las mejores unidades de toda la liga defendiendo al carrera y el pase. Y todo esto cuenta con una alegría por el juego envidiable. La verdad es que tengo años de no ver un equipo tan fuerte, consistente y temible en todas sus líneas como estos Eagles. Aplastan a quienes tienen que aplastar y ni siquiera parecen inmutarse.


Y en cambio del otro lado vimos a unos Bears muy muy débiles: un Mitch Trubisky que da destellos pero que no es capaz de poner un pase con la puntería y con la fuerza suficiente, (a veces más a veces menos de lo que debería), unos receptores que no agarran nada, (¿Hay receptores?), un ataque terrestre que cada vez es más predecible, (hoy Jordan Howard tuvo seis yardas en siete acarreos), y una defensa que tiene sus mimbres, pero que indudablemente no puede aguantar el tiempo y la presión que sufren estando en el campo. Y lo curioso es que los Bears se veían sobre el papel como un equipo capaz de darle la segunda derrota a Philadelphia, pero la verdad es que no vimos nada, solo un sparring. Y muy malo.

Hubo una diferencia enorme: Doug Pederson y John Fox. Pederson me ha demostrado ser muy prudente. Toma riesgos e inyecta en cada uno algo más de confianza a sus muchachos. ¿Hay que ir por la cuarta? vale, vamos. ¿No hay kicker?, pues vamos por la conversión, ni lo pensemos. No tiene miedo en poner a lanzar a su QB pero tampoco en correr. Y del otro lado al ya tan mencionado John Fox. Un tipo que pone a pasar a su QB siete veces en un partido y que se harta de correr. Que duró más de una década en los Panthers y en sus últimos años se dedicó solo a desmantelar su moral. Que se esfuerza en hacer de sus equipos aburridos y predecibles. Tiene sorpresas y reconstruye con prudencia, pero en general deja muchísimo a deber.


Y ese es el problema de los Bears para el próximo año: no es un secreto que Fox se va a ir, pero se debe elegir con prudencia a su sucesor. El problema es que tienen en Trubisky un jugador en desarrollo que puede ser quemado si no se tiene un asesor prudente. Porque Fox no es un tipo que podrá hacerlo de una manera adecua. Esos pases donde el balón está exageradamente alto, muy abajo, muy fuerte o simplemente parece que no va a ningún lado es fruto del hecho de que juega en un equipo donde pasa 12 veces en un juego. O siete, como ya lo mencioné, claro, será un mago en eso de entregarle el balón al corredor pero al final el día tendrás que hacer un buen pase. Solo uno, y hoy por hoy Trubisky no puede hacer eso.

Pero hay esperanza: hace poco más de un año los Rams de LA estaban igual, con un QB que era una promesa, un ataque terrestre que parecía solo necesitar un chispazo, una defensa de a momentos y una línea ofensiva más o menos decente. Y llegó la revolución McVay, hoy por hoy ostentan un orgulloso 8-3 con una victoria de calidad indudable frente a los Saints de New Orleans. Claro está que un McVay no se encuentra debajo de las piedras todos los días.



Y bueno pues, ese es el panorama de la NFC durante los próximos años: unos Eagles que a menos que nadie se atreva a mover donde no se le debe de mover serán contendientes mucho tiempo y unos Bears que necesitan un timonel de manera desesperada antes de que le drenen el talento a la plantilla que tienen.

Correo: franciscolozano_1321@gmail.com / Twitter: @clarkmorales

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