El carnaval de los Eagles: Philadelphia 38 - Minnesota 7
El domingo por la noche sucedió una de las masacres más
grandes que hemos sido testigos en la NFL actual: los Philadelphia Eagles
vencieron 38-7 a los Minnesota Vikings y avanzaron al Super Bowl.
Decir que vencieron es poco, los destrozaron, violaron,
mearon, agredieron, acosaron, pisotearon a todos y cada uno de los apartados
que puedes vencer de un equipo de football americano. Los Vikings comenzaron
como el resto de la temporada: un drive inteligente, exacto y sin errores que
terminó con un TD y un 7-0, y hasta el momento todo parecía ir como el equipo
púrpura deseaba. Y todo iba mejor: en la siguiente y primera serie ofensiva de
los Eagles el equipo fracasaba: ningún corredor tenía éxito, los receptores no
se desmarcaban y Nick Foles parecía que por fin tocaría fondo.
Pero en la
siguiente serie ofensiva todo cambio: Case Keenum lanzó un pase que terminó
interceptado y regresado 50 yardas hasta la zona de anotación por Patrick
Robinson. Y después todo cambió, llegó la tormenta perfecta, el vendaval que
significó las Águilas de Philadelphia y ya nadie pudo pararlos: 31 puntos
consecutivos, todo de repente funcionaba, el ataque terrestre, los pases de Foles,
la línea ofensiva de los Eagles se convertía una muralla y la defensiva jugaba
como los ángeles. Y al otro lado se atragantaban con todo: Keenum volvió a
demostrar esos errores, esas deficiencias, los WR estuvieron desparecidos. Ni el
ataque terrestre, ni la línea ofensiva, ni la mejor defensiva de la liga podían
hacer algo para detener el carnaval de los Eagles.
Los milagros es algo imposible, algo que no suele suceder, y
que si lo hace es muy raro que volverá a pasar. Lo de Minneapolis la semana
pasada había sido un milagro. Contra los buenos, grandes equipos necesitas más
que milagros y los Vikings ya se dieron cuenta de ello. Les iba a bastar más
que una jugada improbable para remontar y no lo lograron. Tal vez sea su
cultura perdedora, tal vez sea que necesitan una reestructura total, o un
mesías que los saque de la desgracia. Sea lo que haya sucedido sacaron todos
los problemas que los han aquejado a lo largo de su historia como franquicia y
los mostraron el Domingo frente a los Eagles: su falta de personalidad, el hecho
de que siempre les sucede las peores cosas en los peores momentos posibles, la
falta de autoridad detrás de la línea de scrimmage, las jugadas difíciles en
contra… los Vikings volvieron a ser golpeados, justo en el momento en que
parecía que lo tenían todo para dar ese salto. Yo pienso que eso fue lo que más
les dolió, que han hecho todo lo posible pare ser importantes y ganadores, y
sin embargo al final se les escurre entre los dedos.
En la previa había dicho que iba a ser una batalla de campo,
que iba a ser golpe contra golpe. Así lo fue, dos pesos pesados pero que al
final los Eagles tienen mejor gancho. Lo han tenido todo el 2017. Han saltado
al campo en situaciones adversas y han dejado en la lona a sus rivales, y no
juegan diferente, todo el año con o sin Wents, con o sin sus jugadores
lesionados han salido al campo con la misma idea de ataque y de defensa y
siempre lo consigue. Esta vez vimos además al Foles bueno: al que lanzó 27 TD y
2 intercepciones hace unos años, el que poco se equivoca, el que nos demostró
que el QB perfecto si existía en algún momento. Foles hizo grande a los Eagles
el domingo. Y cuando un mariscal logra hacer grande a su equipo lo demás se
engrandece. Funcionaban todos los corredores, los receptores, la defensa. Todo cayó
en su lugar.
Ahora van los Eagles a Minneapolis para batirse a muerte con
los New England Patriots en un juego muy inesperado. Tal como los Falcons el
año pasado arrasaron a su rival, ¿tendrán la misma suerte que la que tuvo el
equipo de Atlanta el año pasado?
Comentarios
Publicar un comentario