El hombre en busca de su destino
Doug Pederson ha tenido un camino extraño en la NFL. Estuvo en
franquicias históricas, perdedoras, de nacimiento, jugó como backup de buenos y
malos jugadores, ha sido coordinador en una multitud de equipos y ahora, ahora
ha llevado en tan solo su segunda temporada como HC de los Eagles, a estos
mimos hasta la Super Bowl en Minneapolis.
Comenzó su carrera con los Miami Dolphins en 1991 como
backup pero de inmediato fue cortado y emigró un poco a WLAF, sin embargo
regresó en 1994 como reserva de Dan Marino, aunque era el tercero en la lista
por detrás de Bernie Kosar. Tiene como curiosidad que ayudó a Don Shula a
conseguir su victoria número 325. Después de pasar por los Carolina Panthers y
una breve vuelta a la WLAF regresó a los Green Bay Packers como backup de Brett
Favre conociendo también a Jim McMahon de paso. Entonces llegó a los Eagles
junto a Andy Reid donde tuvo un horrible 2-7 como titular antes de ser sustituido
por el ínclito Donovan McNabb. Fue cortado y terminó a la brevedad en los
Cleveland Browns donde surgió como backup de Tim Couch. Desde luego como casi
todo en ese lugar salió mal y regresó a los Packers. Ahí acabó su carrera como
sustituto de Brett Favre.
Como pueden ver nada fuera de lo normal, nada espectacular.
Sin embargo tuvo una peculiaridad: conoció y trabajó de la mano de quarterbacks
de todos los sabores y colores, fracasados y exitosos, lo mismo con head
coaches. Por eso tal vez fue que Pederson encontró un talento nato para tomar y
desarrollar a los quarterbacks con los que ha jugado. Y es tal vez la razón por
la cual ha logrado llevar a los Eagles por un sendero tan maduro en tan poco
tiempo. Su primera temporada al frente del equipo comenzó con un 3-1 y terminó
con 4-8. Llegó a unos Eagles con una losa muy pesada: detrás tenía ese desastre
llamado Chip Kelly y lo que había dejado, y antes de ello estaba Andy Reid, la
afición no se había olvidado de él, de ese amor/odio que le tienen: por su culpa
fueron de los equipos más ganadores,
pero también los que más se quedaron en el camino. Y además tenía que calmar
una afición hambrienta, violenta y frustrada.
Lo primero que sucedió fue haberse traído a Jim Schwartz como
coordinador defensivo y a Carson Wentz en el draft. Terminó como ya mencioné
con un 7-9 aquella temporada pero auguraba grandes cosas para el futuro. Y así
fue. La temporada presente terminaron 13-3 pero con muchos problemas. Dejaron
en el camino a los ex-campeones de la NFC, los Atlanta Falcons, y le ganaron a
los que muchos consideraba el absoluto favorito de la conferencia nacional: los
Minnesota Vikings. En ambos demostraron una defensa férrea y absoluta y un
ataque sobrio y sin problemas para moverse y anotar a gusto.
Pederson no la ha tenido sencillo, pero me parece que se ganó
el trabajo a entrenador del año y con justicia. Se repuso de lesiones en su
backfield, en sus equipos especiales, en su defensiva y lo más importante: se
repuso al haberse quedado con Carson Wentz. Pero cuando sucedió esto siguió haciendo
lo de siempre, a su manera: ganar partidos con tranquilidad y martillando con
ataque terrestre y una defensa fuerte. Ha conformado un grupo de corredores
completo, polivalente, un cuerpo de receptores que hace lo que ellos quieran… he
repetido las mismas líneas una y otra vez. Pederson ha logrado conformar un
grupo completo, sin fallos y muy serio, no desborda en excesos, no le falta
nada, y si lo hace encuentra soluciones, lo que otros 27 o 28 entrenadores en
jefe les resultaría un fracaso para él es una oportunidad.
Para mí un punto muy importante donde podemos ver su mano es
en el desarrollo de Nick Foles. Pederson conociendo de antemano lo que es
entrar a sustituir a un QB de primer nivel ha sabido guiarlo perfectamente, le
ha re-instituido la confianza, poco a poco, elevando su cantidad y nivel de
juego desde que entró y que su culminación fue la semana pasada en su gran
actuación contra los Vikings.
Enfrente Pederson tiene algo muy difícil: una hazaña que ni
Dan Quinn, ni Pete Carroll, ni Mike Martz, ni Andy Reid han logrado: ganarle un
mano a mano a Bill Belichick. Y con el viejo Bill tienes de dos: o le juegas
como en los viejos tiempos a la brava, como Tom Coughlin lo hizo dos veces, o
te pones al tú por tú, y creo que Pederson se parece más a Bill Belichick que
los otros 30 entrenadores de la NFL. Porque los Eagles han sido golpeados una y
otra vez en todo el año por lesiones, y se han levantado. Porque logran formar
bloques muy sólidos a base de jugadores con talento que no termina de resaltar
y le suman pequeñas chispas de genialidad en algunas posiciones. Porque no
tienen miedo, y más importante aún: porque a pesar de cualquier cosa, Pederson
sigue sus principios.
Unos meses atrás escribí un artículo donde afirmé que la Super Bowl 51 había sido ganada por los Patriots por que se apegaron a sus principios, afirmé que la razón de que el equipo se ha mantenido a la altura es por que han respetado su naturaleza así como la del deporte en general. Desde luego gané muchas críticas por ello, pero sigo sin despegar un dedo de la línea. Pienso que Pederson se ha adaptado a sus principios todos esos meses. La verdad es que Philadelphia no ha jugado muy diferente desde la salida de Wentz, todo lo contrario, siguen corriendo y pasando igual. Por que su entrenador entiende que no puede mover un estilo de juego de la noche a la mañana ni acostumbrar a su equipo a que de partidos tan diferente. Hay muchas razones: no puede ponerlos a correr 40 veces por juego por que su línea ofensiva no está para eso; no le puede pedir a su defensiva que gane juegos por que defienden, no hacen de todo. Tiene que seguir haciendo lo mismo que hizo toda la campaña: ganar con un quarterback. Le imprimió su confianza a Nick Foles y este ha dado sus frutos.
Así que veremos un juego muy completo este Domingo: dos equipos fuertes libra por libra y con entrenadores muy capaces.
Correo: franciscolozano1321@gmail.com / Twitter; @clarkmorales
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